Uno
de los factores que describen la inteligencia emocional es La
Motivación.
La
motivación está impulsada por las emociones.
La
diferencia entre las personas optimistas y las pesimistas reside
precisamente en la motivación y las emociones.
¿Qué
te dices a ti mismo?
Esta
es la pregunta clave, ante situaciones de fracaso o dificultades ¿qué
nos decimos? ¿Qué emociones se nos activan? Y a su vez ¿Qué
motivaciones impulsan estas emociones?
Para
una persona Optimista, la situación de fracaso se debe a
factores externos, a causas del entorno, estas son
circunstancias sustanciales de cambio. Se pueden mejorar.
Una
persona Pesimista achaca la situación de fracaso a factores
internos, a causas personales, a circunstancias propias que ve
como inamovibles. Además esta valoración afecta a su autoimagen y a
su autoestima. Rigidizando el patrón de percibirse como ineficaz.
Para
ilustrarlo voy a imaginar a un optimista y un pesimista ante el
suspenso del mismo examen, con la misma nota.
El
optimista, activará pensamientos del tipo “No he dedicado
suficiente tiempo a estudiar” “No he estudiado de unos buenos
apuntes”...
El
Pesimista, activará “Soy tonto” “No valgo para esto”...
En
el primer caso las variables son externas, el tiempo o los apuntes,
mientras que en el segundo caso la única variable es él mismo.
La
buena noticia, es que se puede aprender a ser Optimista, los patrones
de atribución se pueden moldear, hay que estar atentos y hacernos
conscientes de qué nos decimos... Y si nos pillamos
echándonos la culpa de todo... Parar y Reconectar... Busquemos que
circunstancias podemos cambiar para no repetir la situación de
fracaso, procurando evitar juzgarnos.
Aroa Navarro Cabo
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